viernes, 28 de mayo de 2010

Historia verídica

A un señor se le caen al suelo los anteojos, que hacen un ruido terrible al chocar con las baldosas. El señor se agacha afligidísimo porque los cristales de anteojos cuestan muy caro, pero descubre, con asombro, que, por milagro, no se le han roto.
Ahora, este señor se siente profundamente agradecido y comprende que lo ocurrido vale por una advertencia amistosa, de modo que se encamina a una casa de óptica y adquiere, en seguida, un estuche de cuero almohadillado doble protección, a fin de curarse en salud. Una hora más tarde se le cae el estuche y, al agacharse, sin mayor inquietud, descubre que los anteojos se han hecho polvo. A este señor le lleva un rato comprender que los designios de la Providencia son inescrutables y que, en realidad, el milagro ha ocurrido ahora.
(en Historias de Cronopios y de Famas)

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